Retablos e Imágenes

El Altar Mayor, inspirado en las basílicas romanas, fue realizado en 1841 por José Barrado. Está constituido por un templete de mármoles de colores, cuyas columnas jaspeadas se coronan por capiteles blancos de orden corintio, los cuales sirven de asiento a una pequeña bóveda rosa,-con pequeñas ménsulas blancas- sobre anillo negro, coronado por una imagen de la Fe. En el interior se cobija una imagen de la Inmaculada Concepción, obra anónima del siglo XVIII, titular de la Archicofradía Sacramental. En su iconografía responde al modelo descrito por Santa Beatriz de Silva (1424 – 1492): túnica blanca y manto azul, símbolos de la pureza y la caridad, respectivamente, que adornan a María. Luce corona de plata con las doces estrellas de la visión apocalíptica.

En las hornacinas situadas encima del Retablo Mayor se hallan las imágenes de San Ildefonso -en la central-, y los Apóstoles Pedro y Pablo -en las laterales- sobre peanas y que provienen del retablo mayor que para la Parroquia contrataron Felipe y Gaspar de Ribas en 1636. Dichas tallas fueron repintadas por Juan de Astorga en 1839 para dotarlas de la actual apariencia pétrea que muestran, ocultando de este modo la policromía original.

En la capilla situada a la cabecera de la nave del Evangelio se localiza un retablo de jaspes encarnados, blancos y negros, que consta de banco, calle y ático. Es obra de Bartolomé de Pina, Antonio Barrado y Miguel de la Cruz, que lo ejecutaron entre 1808 y 1810. Lo preside la imagen de Nuestra Señora del Coral, sin duda la obra artística más notable de cuantas guarda este templo. Se trata de una pintura mural que sigue el denominado estilo internacional, fechable en el último cuarto del siglo XIV. La advocación del Coral se debe al fragmento que pende del collar que adorna el cuello del Niño. El color rojo del coral aparece aquí como prefiguración de la Eucaristía y de la Pasión de Cristo. La Virgen aparece representada como «Hodegetria» (Portadora o Conductora). Va ataviada con túnica y manto de color púrpura, decorados con losanges, bandas y motivos vegetales dorados. La Virgen orla su cabeza con un nimbo dorado con estrellas. La cabeza del Niño también presenta nimbo dorado. Ambas efigies están rodeadas por resplandores de oro. María porta al Niño sobre el brazo derecho, mostrando en su mano izquierda una granada, símbolo de la Iglesia. El afamado académico Juan de Astorga, previamente a la bendición del templo en 1841, llevó a cabo una limpieza de la pintura, cuyo importe de 250 reales fue sufragado por Dª. Ana María Magallanes. Francisco Arquillo la restauró en 1980. En el ático se localiza nuevamente una imagen del titular del templo en una pequeña hornacina, sobre la que se dispone un frontón curvo en cuyo tímpano se contempla al Cordero sobre el Libro con los Siete Sellos del Apocalipsis.. En el banco se sitúa el tabernáculo con interesante puerta de plata que reproduce el mismo motivo del mencionado frontón.

En los extremos de la nave del transepto se hallan dos retablos neoclásicos de madera, fechables  en el segundo cuarto del siglo XIX. Constan de banco, tres calles y ático. En las calle laterales se disponen cuatro columnas pareadas de capiteles corintios.

El retablo situado en el lado del Evangelio aparece hoy dorado en su totalidad y lo preside la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado. En el banco se guarda un pequeño grupo dieciochesco de la Santísima Trinidad. La hornacina del ático la ocupa un San Juan Bautista escoltado por santos trinitarios.

La venerada imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado goza de extraordinaria devoción en toda Sevilla y su provincia. Llegó a San Ildefonso el 7 de febrero de 1909, proveniente del desaparecido Convento de los Trinitarios Descalzos que existió en la actual Plaza del Cristo de Burgos, viniendo a ocupar el retablo en que estuvo el Santísimo Cristo del Calvario hasta 1908, fecha en la que su Hermandad se trasladó a la capilla de San Gregorio. Se trata de una interesante talla de vestir, obra anónima del siglo XVIII, que sigue el modelo iconográfico del madrileño Cristo de Medinaceli. A destacar el aspecto intimista de la talla que luce peluca natural, corona de espinas, potencias y aparece maniatado. Fue restaurado por José María Gamero Viñau en 1998.

Siguiendo en la nave del Evangelio y contiguo a la puerta lateral del templo se localiza el retablo neoclásico de la Hermandad de los Sastres que consta de banco, tres calles y ático. Está presidido por las imágenes titulares de esta Antigua Cofradía.

La imagen de Nuestra Señora de los Reyes es obra anónima del siglo XVI que responde al modelo de Virgen conocido como «Sedes Sapientiae» (Trono de la Sabiduría), por lo que lleva sobre sus rodillas al Divino Infante, al que sujeta con ambas manos. A fines del siglo XVII o principios del XVIII se fecha la ejecución de la imagen del Niño Jesús, obra anónima, gubiada en madera. En la restauración llevada a cabo en 2005 por los especialistas José Joaquín Fijo León y Almudena Fernández García se rescató la policromía dieciochesca que presentan tanto la imagen de la Virgen como la del Niño, la cual subyacía bajo otra posterior de muy escaso mérito.

Durante mucho tiempo se han considerado como obras de Pedro Roldán las imágenes de los Santos Reyes, Fernando y Hermenegildo, tutelares de la Ciudad de Sevilla, que se hallan situados a derecha e izquierda, respectivamente, de la Virgen de los Reyes, fechándose su ejecución en 1674. El profesor Palomero Páramo indica que son obras anónimas de 1745 sin que la documentación existente en el Archivo de la Hermandad ofrezca más luz sobre este particular.

En 1814, se fecha la imagen del apóstol San Mateo que ocupa el ático del retablo donde se veneran los Titulares de la Hermandad. Es una talla anónima de madera y telas encoladas de regular mérito artístico.

Contiguo al retablo de la Hermandad de los Sastres se encuentra un retablo neoclásico de mármoles rojo, blanco y negro, que consta de una calle y ático, en el que se venera una imagen de San Antonio de Padua de principios del siglo XIX.

A los pies de la nave del Evangelio se localiza una vitrina neoclásica sobre mesa del mismo estilo, que contiene un expresivo grupo de la Piedad de fines del siglo XVIII. Ante una cruz redonda y arbórea con su correspondiente sudario, aparece la imagen de la Virgen arrodillada y sosteniendo en su brazo derecho el cuerpo de su Hijo. María se muestra transida de dolor, patentizado por un gran puñal curvo que se hunde en su corazón. Luce vestiduras encoladas, corona plateada y porta en la mano izquierda un pañuelo para enjugar sus lágrimas. El cuerpo de Jesús aparece exánime con amplia llaga en el costado, llevando en su cabeza tres potencias plateadas. A uno y otro lado del grupo hay dos angelitos con atributos de la Pasión.

El retablo correspondiente a la capilla situada a la cabecera de la nave de la Epístola, reproduce en madera imitando jaspes al del lado del Evangelio. En la hornacina de su único cuerpo se representa el milagro de la Imposición de la casulla a San Ildefonso, grupo escultórico del segundo cuarto del siglo XVIII. En el ático y en el banco se hallan dos interesantes grupos de marfil, pertenecientes a la escuela hispano-filipina: una Sagrada Familia y un «Stabat Mater», probablemente del siglo XVIII.

En el lado de la Epístola del transepto se localiza un retablo imitando jaspes, que presenta la misma morfología que su frontero. Cobija la efigie de Nuestra Señora de la Soledad en su Esperanza. Ocupan las calles laterales unas imágenes de San Joaquín y Santa Ana de pequeño formato. En el banco se halla un Niño Jesús y en la hornacina del ático el franciscano San Diego de Alcalá.

La Dolorosa advocada como Nuestra Señora de la Soledad en su Esperanza es una hermosa talla de vestir ejecutada por Juan de Astorga entre 1840 y 1843. Ha efectuado una sola salida sobre unas andas con ocasión de las Misiones de 1965. En 1980 fue expuesta en besamanos por vez primera. La talla posee dos artística coronas. La primera es de metal plateado y armónicas proporciones, obra anónima del siglo XIX. La segunda, de plata sobredorada, fue donada por el devoto Francisco Cáceres Jiménez y ejecutada por el orfebre Manuel de los Ríos, siendo bendecida el 18 de diciembre de 1981 por el párroco D. Juan de la Cruz Bocardo Rivas.

En la nave de la Epístola encontramos el retablo neoclásico de San Cayetano, obra del siglo XVIII, de madera imitando jaspes. Dos columnas de capiteles corintios sustentan un entablamento, bajo el que se abre un nicho donde se aloja el Santo recibiendo de la Virgen al Niño Jesús.

Contigua al retablo de San Cayetano y sobre una peana contemporánea está una imagen barroca de retablo fechable en el siglo XVIII, que representa a Santa María Magdalena, la cual eleva su mirada hacia lo alto y porta en la mano derecha su argénteo atributo parlante.

El retablo de San José es gemelo del frontero de San Antonio de Padua.  La talla del Glorioso Patriarca constituye una notable pieza barroca del siglo XVIII. Aparece en actitud caminante, portando al Niño, que le acaricia la barba, en el brazo izquierdo y apoyándose en la vara florecida que lleva en la mano derecha.

En la capilla situada bajo la torre se encuentra el retablo de las dos Trinidades, realizado por Juan Martínez Montañés en 1609. Se trata de un excelente relieve, en forma de medio punto, dividido en dos mitades. En la inferior aparece Jesús niño en el centro de la escena, con una cruz dorada a sus espaldas que le indica su misión redentora, la Virgen María y San José. En la parte superior se encuentra un rompimiento de gloria con las efigies del Padre y el Espíritu Santo, junto a unas cabezas de ángeles sobre nubes. Este relieve se muestra en un retablo neoclásico de un solo cuerpo, de madera imitando mármoles, probablemente diseñado por Juan  de Astorga en la primera mitad del siglo XIX. Presenta dos pilastras corintias que soportan un frontón triangular, que sirven para enmarcar un arco de medio punto sobre pilastras dóricas.

En la amplia hornacina del muro izquierdo de esta capilla se encuentra un grupo de la Santísima Trinidad, de cronología y autor desconocidos, que muy bien pudiera provenir del desaparecido y cercano convento de los Trinitarios Descalzos. Actualmente presenta un muy deficiente estado de conservación.

En los pilares centrales del templo y sobre dos peanas doradas con su correspondiente dosel, se localizan dos imágenes contemporáneas del Sagrado Corazón de Jesús y la Milagrosa carentes de mérito artístico. Tampoco posee gran interés la talla de la Virgen de Fátima que se encuentra en la hornacina existente en el muro de la capilla lateral situada a la cabecera de la nave de la Epístola.

Textos: José Francisco Haldón Reina